martes, 3 de febrero de 2009

Necesitamos jugadores como estos , verdaderos hinchas de River!

River necesita esta clase de jugadores que sean hinchas de River , que realmente sientan la camiseta y no jueguen por la plata...

Fabbiani rechazo la propuesta de Velez porque es hincha de River.
Es la novela del verano. Y hoy Cristian Fabbiani dio la gran sorpresa. Antes de hacerse la revisión médica en Vélez, para firmar su contrato con el club de Liniers, el delantero que jugó en Newell's el último campeonato se negó porque sólo quiere jugar en River, equipo del cual es hincha. "Llegué a mi casa anoche y no podía dormirme porque la realidad es que no puedo hacer algo que no lo sienta, yo quiero jugar en River", le dijo el Ogro a Despertate, por TyC Sports.

Fabbiani estaba en el Hospital Italiano, listo para hacerse la revisión pero su corazón fue más fuerte. "Hablé con mi representante y le di a entender que necesitaba jugar en River, quiero jugar ahí. Estoy agaradecido a Vélez, porque es un equipo muy serio e hizo todo por derecha. La realidad es que mi cabeza está en River. Quiero jugar en River sí o sí, si quedo seis meses parado va a ser problema mío", agregó.

"Ojalá que como yo me la jugué con River, ellos hagan lo mismo, ya que mis ganas y mi corazón están ahí. Mi corazón me ganó, mi sentimiento y mis ganas. No tiene que ver la plata; el contrato de Vélez iba a ser uno de los mejores en mi carrera. Pero un jugador lo tiene que sentir, y yo por la plata no juego. Ya me imaginaba con la camiseta de Vélez y no lo iba a sentir, estoy agradecido porque como Vélez no me trató nadie. Pero soy hincha de River. Quiero verme con esa camiseta, sería algo muy lindo y un desafío, porque no cualquiera juega en River", precisó. Parece que se acabaron los misterios. Sólo falta que el club de Núñez se la juegue, como dice Fabbiani, para que el Ogro pueda jugar en la esquina de su casa.

Ortega quiere volver a River y la hinchada de River lo pide.

Pipo, yo quiero volver, jugar, que me den todas las pelotas a mí para que los demás descansen". De repente, aunque parezca difícil, a Néstor Gorosito se le pusieron los rulos de punta. El día no había empezado bien. La tapa de Olé y los demás diarios que lee habitualmente, reflejaban otro golpazo frente a Boca, otra pálida para River y lo que él, poco a poco, había empezado a asumir: su equipo está lejos del ideal. Lo mismo pasaba en la radio y en la tele: elogios para Boca, palazos para River. Por eso, al escuchar esas palabras, se estremeció, sonrió y agarró con más fuerza su teléfono celular. Y aunque lo hizo en voz baja, su respuesta fue categórica: "Yo también te necesito". ¿Quién estaba del otro lado de la línea? Un tal Ariel Arnaldo Ortega a quien, después de la caída en Mendoza, los dirigentes decidieron ir a buscar sí o sí y al que Pipo ya le abrió la puerta.

"Al final lo que más deseaba era que se terminara el clásico porque había más posibilidades de que ellos nos hicieran el tercer gol que nosotros metiéramos el primero". La confesión es de Gorosito y sirve para entender hasta qué punto lo tocó la derrota y la falta de respuestas futbolísticas de su equipo. Aunque también, viene al pelo para reconstruir las 24 horas posteriores al súper. En las que el entrenador no sólo asumió que la llegada de refuerzos es una necesidad impostergable, sino también que en el club ya hay dirigentes que empezaron a mirar de costado su trabajo. Y que en pleno lobby del Sheraton de Mendoza lo deslizaron. "Habló de poner el inodoro en el baño y el horno en la cocina, pero arrancó con Ferrari de 3 y terminó con Ahumada de volante por izquierda". Es por eso que la tranquilidad que había mostrado Pipo durante los primeros días de pretemporada se modificó. Algo evidente en la decisión de no hablar tras el match contra Boca o en el impulso de pelearse con un tachero que lo cargó al volver del entrenamiento que el plantel realizó ayer en tierra cuyana. Y es por eso también que antes de subirse al vuelo de Aerolíneas Argentinas que lo depositó en Buenos Aires, el DT hizo una llamada. ¿A quién? A José María Aguilar, con quien pautó encontrarse hoy, en el primer piso del Monumental, para hablar sobre refuerzos "porque necesitamos que vengan ya". Pero no sería la última vez que se llevaría el celular a la oreja derecha. Al ratito, un colaborador del plantel le acercó otro teléfono. Y ahí sí, del otro lado de la línea, aparecieron el Burrito y todas sus ganas de regresar al club, tal como el entrenador reconoció en las radios La Red y Mitre.

Recién después de unos minutos de charla con el ídolo, Pipo sonrió. Con cautela, sí, porque más allá del embale que tiene el jujeño, el técnico sabe que la negociación va a ser complicada. "Si siguen pidiendo una fortuna, será difícil, pero lo bueno es que se va a negociar", reconoció. Y no le pifió, porque la realidad es que River deberá hacer un esfuerzo grande para convencer a la gente de Independiente Rivadavia de que acepte largar al crack por menos del millón y medio de dólares que había pedido en diciembre del año pasado. Eso, claro, sin contar que hasta ahora ninguno de los directivos de River se comunicó con el Burrito. Y de que anoche, y a punto de regresar desde Miami a la Argentina, Daniel Vila le aclaró a Olé que "nuestra idea es la misma: queremos que Ariel siga con nosotros y que cumpla con la promesa que nos hizo. ¿Cuál? Que nos va a hacer ascender a Primera". Pero eso, claro, a Pipo no le importa nada. A días del debut, Gorosito sueña. Y espera al Burrito con los brazos abiertos.